(Suspiro largo y sobreactuado) ¡Se terminaron las navidades!
La verdad es que ya tenía ganas... no os equivoquéis, no es que las odie; sin embargo como chico de 21 años que ya soy, han perdido todo el encanto que tenían. Cuando miro atrás me doy cuenta de lo ingenuo que era al pensar que de verdad existía el espíritu navideño, que en esas fechas todos por fuerza teníamos que ser mejores personas porque ese era su fin. Y no, no voy a caer en la crítica fácil, no pienso decir que son una excusa para sacar el dinero a la gente (que lo son), ni que es la época de la hipocresía y la falsedad (que también). Creo que si dijera eso (por muy cierto que sea) estaría negando lo que un día fui: un niño que la noche del día 5 no dormía pensando que en el salón le estaban esperando sus nuevos juguetes. Todo tiene varias caras.
A mi modo de ver lo de las navidades tiene un problema de concepto. Están hechas para celebrar cierto acontecimiento religioso y a su vez es la excusa para hacer regalos basándose en que un día tres tíos llevaron oro, incienso y mirra a un recién nacido (que ya me dirás para que quiere un niño eso, que le hubiesen llevado pañales que están muy caros). El problema de todo esto es que se concentran demasiado los gastos, provocando que los adultos acaben teniéndole un pánico cerval a las fechas navideñas y teniendo como único consuelo el alcohol de las copas de cava. A esto tenemos que sumarle que, en los últimos tiempos, nos ha invadido Papa Noel...
Por eso me pregunto si no sería mejor que los regalos se fuesen dando durante el año, de ese modo se conseguirían tres cosas:
1.-Los niños no sólo serían buenos a partir de noviembre.
2.-No habría cuesta de enero, sólo pequeños repechos a lo largo del año.
3.-El flujo de ilusión se mantendría durante 12 meses.
Otro de los beneficios sería que no nos cebaríamos únicamente unos días al año, sino de forma más espaciada, dándonos tiempo a hacer ejercicio entre banquete y banquete.
Por lo tanto opino que estaría bien eso de aplicar a la sociedad lo de "¡Divide y vencerás!", aunque soy consciente de que no es más que una utopía. La naturaleza del ser humano es la de alejarse del término medio y esa idiosincrasia se manifiesta en las navidades con toda su fuerza. Come todo lo que puedas, compra todo lo que debas, no ames el resto del año como lo harás esos días... pero que bonito sería si la gente se amara los 365 días ¿verdad? Sin cursiladas, por supuesto.
Sed felices e intentad hacer felices a los demás durante todo el año.
La verdad es que ya tenía ganas... no os equivoquéis, no es que las odie; sin embargo como chico de 21 años que ya soy, han perdido todo el encanto que tenían. Cuando miro atrás me doy cuenta de lo ingenuo que era al pensar que de verdad existía el espíritu navideño, que en esas fechas todos por fuerza teníamos que ser mejores personas porque ese era su fin. Y no, no voy a caer en la crítica fácil, no pienso decir que son una excusa para sacar el dinero a la gente (que lo son), ni que es la época de la hipocresía y la falsedad (que también). Creo que si dijera eso (por muy cierto que sea) estaría negando lo que un día fui: un niño que la noche del día 5 no dormía pensando que en el salón le estaban esperando sus nuevos juguetes. Todo tiene varias caras.
A mi modo de ver lo de las navidades tiene un problema de concepto. Están hechas para celebrar cierto acontecimiento religioso y a su vez es la excusa para hacer regalos basándose en que un día tres tíos llevaron oro, incienso y mirra a un recién nacido (que ya me dirás para que quiere un niño eso, que le hubiesen llevado pañales que están muy caros). El problema de todo esto es que se concentran demasiado los gastos, provocando que los adultos acaben teniéndole un pánico cerval a las fechas navideñas y teniendo como único consuelo el alcohol de las copas de cava. A esto tenemos que sumarle que, en los últimos tiempos, nos ha invadido Papa Noel...
Por eso me pregunto si no sería mejor que los regalos se fuesen dando durante el año, de ese modo se conseguirían tres cosas:
1.-Los niños no sólo serían buenos a partir de noviembre.
2.-No habría cuesta de enero, sólo pequeños repechos a lo largo del año.
3.-El flujo de ilusión se mantendría durante 12 meses.
Otro de los beneficios sería que no nos cebaríamos únicamente unos días al año, sino de forma más espaciada, dándonos tiempo a hacer ejercicio entre banquete y banquete.
Por lo tanto opino que estaría bien eso de aplicar a la sociedad lo de "¡Divide y vencerás!", aunque soy consciente de que no es más que una utopía. La naturaleza del ser humano es la de alejarse del término medio y esa idiosincrasia se manifiesta en las navidades con toda su fuerza. Come todo lo que puedas, compra todo lo que debas, no ames el resto del año como lo harás esos días... pero que bonito sería si la gente se amara los 365 días ¿verdad? Sin cursiladas, por supuesto.
Sed felices e intentad hacer felices a los demás durante todo el año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario