22 años hace hoy desde que mi madre tuvo a bien (o no) traerme a este mundo de locos, 22 años de los cuales cogería los primeros 16 y pondría en cuarentena al resto. Cuarentena, sí, de ningún modo los eliminaría, pues aunque mayoritariamente están rellenos de melancolía o vacío he aprendido y sigo aprendiendo mucho de ellos. Aunque a veces a uno le cansa de ser tan empollón de la vida y le gustaría que viniese el mayordomo bueno del destino y le trajese todo en bandeja.
A pesar de los pesares doy gracias a dios (en quien no creo, pero nunca está de más decirlo) por tener una extraña buena salud, una familia de locos que me quiere, y unos amigos "físicos" y "no físicos" sin los que no sé que hubiera sido de mi. A veces pienso que en el fondo no tengo derecho a quejarme por mi vida cuando hay gente que realmente está mucho peor; pero al final todos acabamos pensando sólo en nosotros mismos. Al fin y al cabo vivir la propia vida ya es más que suficiente.
La vida pasa de una manera que parece increible. Sin darme cuenta han pasado los años y, echando la vista atrás, me cuesta asumir que he vivido todo lo que he vivido, que andando por tantos caminos sin dejar migas por el camino, que pase lo que pase ni puedo rebobinar ni puedo avanzar, que sólo existe un presente cambiante.
Quiero mejorar, quiero saltar esos abismos en los que llevo tiempo desplomándome, quiero comenzar a vivir de verdad, pues la vida es un libro del que sólo llevo leído la mitad del prólogo, y eso es muy poco para un texto tan largo. Si al término de todo esto no he terminado hasta la última página, no mereceré ni haberlo abierto. El mundo no está como para gastar papel.
A pesar de los pesares doy gracias a dios (en quien no creo, pero nunca está de más decirlo) por tener una extraña buena salud, una familia de locos que me quiere, y unos amigos "físicos" y "no físicos" sin los que no sé que hubiera sido de mi. A veces pienso que en el fondo no tengo derecho a quejarme por mi vida cuando hay gente que realmente está mucho peor; pero al final todos acabamos pensando sólo en nosotros mismos. Al fin y al cabo vivir la propia vida ya es más que suficiente.
La vida pasa de una manera que parece increible. Sin darme cuenta han pasado los años y, echando la vista atrás, me cuesta asumir que he vivido todo lo que he vivido, que andando por tantos caminos sin dejar migas por el camino, que pase lo que pase ni puedo rebobinar ni puedo avanzar, que sólo existe un presente cambiante.
Quiero mejorar, quiero saltar esos abismos en los que llevo tiempo desplomándome, quiero comenzar a vivir de verdad, pues la vida es un libro del que sólo llevo leído la mitad del prólogo, y eso es muy poco para un texto tan largo. Si al término de todo esto no he terminado hasta la última página, no mereceré ni haberlo abierto. El mundo no está como para gastar papel.
Cuidaos.